Por: Graham Castillo, presidente y principal oficial de operaciones de Estudios Técnicos
Ante el cambiante escenario económico de Puerto Rico, son muchas las rutas que podría tomar el desarrollo de la Isla. El impacto del huracán María en septiembre de 2017, la globalización, los cambios demográficos, los avances tecnológicos y la influencia de la condición política de la Isla y su vínculo con Estados Unidos son algunos de los factores que han transformado la trayectoria económica.
La industria de la construcción ha sido una de las más que se ha impactado con estos elementos del 2006 en adelante, perdiendo más de la mitad de los empleos que tenía en ese año cuando lo comparamos con el 2018. Obviamente, la reconstrucción después de María ha significado una recuperación parcial para esa industria.
Las oportunidades de desarrollo económico a corto plazo se vinculan con el sector de la construcción a con el flujo de los fondos para la recuperación privados y públicos. Los fondos dirigidos a las actividades de construcción no han fluido con la rapidez esperada. Esto se explica en gran medida por la magnitud del daño, las limitaciones de recursos técnicos, la complejidad de los procesos asociados a la asignación de los fondos de FEMA y de CDBG-DR y los retos financieros que enfrentan algunas aseguradoras. Si bien hay mucha incertidumbre en cuanto al monto que será finalmente obligado y cuándo, no es menos cierto que la expectativa es que una gran cantidad de fondos estará fluyendo hacia el sector comenzando en el 2020. Al final de este proceso, habrá un mejoramiento en la infraestructura local y no hay duda de que quedarán necesidades insatisfechas que el estado tendrá que atender al largo plazo.
De la misma forma, las industrias como las de la energía, el diseño y la conectividad son algunas de las que podrían exponerse a oportunidades durante los próximos años. El desarrollo de nuevos modelos energéticos, la renovación y planificación de espacios urbanos y la necesidad de programas de datos, software y hardware son espacios para crecer. Así también, la inversión de fondos estatales y federales en estas industrias promueve la contratación de los servicios aumentando las oportunidades de crecimiento a corto plazo.
La gran pregunta es lo que ocurrirá una vez se complete la reconstrucción. Puerto Rico necesita contar con un mapa de ruta para su futuro económico y es eso lo que nos falta.
Un factor clave en ese futuro es el demográfico. Para el 2025 se proyecta una población de unos 3.0 millones y será una población con una composición muy distinta a la actual, siendo las cohortes de edad de 60 años y más los que más crecen. Esto se ha debido no solo a la emigración de unas 500,000 personas a partir del 2010, sino también a la caída en el número de nacimientos, que ya es inferior al número de muertes. Este cambio en la composición de la población será determinante en la evolución socio-económica nuestra.
Ante mercados más pequeños debido a la disminución en población, es de esperar que continuarán consolidaciones en diversas industrias. Todos los sectores tendrán que ajustarse a una nueva realidad poblacional: la construcción de hogares, los servicios de salud, los servicios financieros y otros.
Otro aspecto importante es que después del paso del huracán María, hubo una baja en empleos asalariados y un aumento en trabajos por cuenta propia. Esta situación se debe a las contrataciones por servicios profesionales en industrias como la construcción, energía, conectividad, ingeniería y otras. Como es de esperar, las ventas de materiales: cemento, madera y herramientas de construcción tuvieron un aumento notable luego de María, aunque luego se estabilizaron y hasta han experimentado reducciones.
Ante un panorama cambiante que depende de muchos factores, desde los sociales hasta las condiciones del tiempo en el Caribe, la economía se muestra con potencial de crecimiento en oportunidades relacionadas a la reconstrucción. Como hemos indicado, las perspectivas en los próximos tres o cuatro años dependerán de cuántos fondos federales llegan a la Isla y cuán rápido se convierten en inversión.
Para las empresas puertorriqueñas es necesario poner en vigor medidas para poder aprovechar las oportunidades que presenta el proceso de reconstrucción. Esto incluye forjar alianzas estratégicas que permitan desarrollar la escala necesaria para emprender proyectos de gran envergadura, y permitan contar con los recursos necesarios.